La madre y la madre que lo pario

Desde que Hester de La Letra Escarlata escribió su post "Confesiones de una madre del corazón" a mi me entro la curiosidad por saber como se siente María con respecto de su maternidad, tengo una idea pero quería saber si había algo que no se animaba a decirme. Así que este post es el resultado de una semana de debate y reflexiones.
Me gusto algo que dijo Lau en su post al respecto ella no se siente mamá del corazón se siente con corazón de mamá, creo que María y yo (porque en algún momento a mi me tocara estar de ese lado) estamos más en esa categoría y explico el porque. El primer contacto con un ser humano de su familia que tuvo Conrado fue con su mamá, pero no con la que lo acababa de parir sino con la otra. Yo no estaba bien y no pude estar con el hasta cinco horas después. La primera noche en este mundo nuestro hijo durmió en el pecho de su madre, otra vez con esa que estaba menos agotada por no haber sufrido una cesárea. El vinculo fue automático, él escuchaba su vos, sentía su olor, su mano en la barriga cuando tenía esos cólicos que lo mataban y santo remedio, yo en su vida era una teta. Salíamos a pasear y la gente elogiaba a nuestro bebe y la rápida recuperación de María y yo me retorcía de bronca, no porque la felicitaran, después de todo ella se esforzaba muchísimo para que el bebe estuviera así de esplendido, pero cuando hablaban de su recuperación y yo me veía a mi misma hecha una piltrafa, dolorida y consumida por todo lo que comía el pequeño muerto de hambre quería matarla. Por suerte ella siempre supo darme mi lugar en nuestra maternidad y hemos salido del armario todas las veces que fueron necesarias (que son a razón de dos o tres veces por semana) para que todos sepan que las dos somos la mamá, sin orden de prioridad, la mamá y punto.
Criseida, dice en su post que hay que buscar gente que entiende y respeta que ambas son madres. Y esto es en definitiva lo que hicimos nosotras, no digo que no sea doloroso mandar a tomar por culo a un familiar pero si no aceptan a tu hijo que vas a hacer ignorar que tienes un hijo. Nuestros amigos se portaron muy bien, los amigos de María fueron un gran apoyo para ella mientras ella era un gran apoyo para mi que era una panza con patas. Ante la negativa del hermano de María de aceptar que tiene un sobrino ella decidió negar que tiene un hermano jajjaja Gente, duele, jode, pero hay que cortar por lo sano, porque si nosotras no respetamos a nuestras familias no las va a respetar nadie. Yo he dejado de hablarme con varios de esos conocidos que se quedaron en Buenos Aires porque no les entraba en la cabeza que no soy una madre soltera, somos una familia modélica.
María es una gran madre, tiene una muy buena relación con su hijo... tienen un vinculo, una complicidad increíbles. Además tiene una muy buena actitud ante la vida, sabe cuales son sus derechos y no se deja pisotear, se para con su metro cincuenta y cuatro y no deja que la pasen por arriba, ni médicos, ni empleados públicos, ni maestras ni nadie. Es una mujer admirable, se come a la vida y defiende lo suyo con uñas y dientes, no hay otra persona en el mundo con la que hubiera elegido ser madre, no sólo por el profundo amor que le tengo si no porque sé que cuidará de nuestros hijos como nadie.
Nuestro consejo aquí somos todas madres, como dicen en Argentina las chicas de Lesmadres esta la madre y la madre que l@ parió. Todas tenemos miedos, pero podemos paralizarnos o canalizarlos de forma constructiva. Hay que rodearse de gente que nos quiera y nos apoye, en estos momentos es cuando nos damos cuenta quienes son nuestros verdaderos amigos. Hay que armarse de paciencia porque desde que la pareja se queda embarazada hasta el fin de los días habrá que salir del armario todos los días, es molesto pero también nos molestaría que pensarán que cada mujer que camina del brazo con otra mujer es lesbiana (puedo ir con mi hermana o mi madre) Hagan valer sus derechos, que los tienen, no vivimos en el tercer mundo. Y sobre todo sean felices que están viendo niños al mundo y eso trae felicidad y el que no acompañe esta felicidad no merece ni un segundo de nuestra atención.